¿Qué ha pasado? . El CoVid-19 y la renta fija: Bancos centrales y gobiernos se han lanzado durante el mes de marzo a plantear planes de ayuda y estímulo fiscal para tratar de sustentar a las economías y aportar confianza al sistema. Esto ha permitido una razonable estabilidad en las rentabilidades de gobierno, especialmente en los plazos más alejados y en los emisores core, mientras puede que en periféricos (más afectados también por el virus), si hemos asistido a cierto ensanchamiento de diferenciales. En lo que respecta a crédito, el HY ha sido el más perjudicado, puesto que la drástica ralentización económica global puede meter en problemas a algunos emisores. Por el contrario, los activos de IG han aguantado algo mejor, aunque no han sido inmunes a las pérdidas. Durante la última parte del mes hemos podido ver una suave recuperación del primario que se había quedado completamente congelado. Batacazo general en la renta fija emergente que recupera niveles atractivos.
-El CoVid-19 y la renta variable: La renta variable ya descuenta una clara recesión a nivel global. Marzo de 2020 ya es el peor mes de la historia de la mayor parte de los índices de renta variable. El Dow Jones ha perdido una cuarta parte de su valor en apenas 30 días, borrando casi todo lo ganado en la Era Trump, estímulo fiscal incluido. Los índices Europeos han perdido un tercio de su valor. La buena noticia es que esta recesión es un golpe para los ingresos pero no una destrucción de la riqueza, el poder de generar ganancias de los activos existentes debería quedar en gran parte intacto cuando la economía se recupere, lo que del mismo modo debería repercutir en una recuperación rapidísima de la renta variable.
-El CoVid-19 y otros activos: El precio del petróleo perfora mínimos de dos décadas, motivado por el shock en la demanda, la incapacidad de unificar las estrategias de Arabia Saudí y Rusia y la escasez de recursos de almacenamiento para guardar el exceso no consumido, factores que desploman fuertemente el precio de la materia prima. No debería durar demasiado. La apreciación del dólar a la que hemos asistido en estos últimos dos meses, creemos que tiene un componente igualmente estacional y efímero.
-Destacamos: Desde un punto de vista monetario, los bancos centrales están proporcionando liquidez al mercado, actuando como compradores y prestamistas de última instancia, a través de compras de activos, swaps y líneas de crédito lo que está canalizando la volatilidad y aportando estabilidad al sistema financiero. Por el lado fiscal las medidas adoptadas también parecen suficientes, no en vano, representan ya más del doble que los de la crisis de 2008. Como muestra un botón, en EEUU, El Senado y la Casa Blanca la semana pasada acordaron un proyecto de ley con las siguientes características:
- 5000 Mn$ para respaldar préstamos y asistencia a empresas estadounidenses y gobiernos estatales y locales y 350.000 Mn$ para ayudar a las pequeñas empresas, así como 150.000 Mn$ en ayuda para hospitales y otros proveedores de atención médica
- Pago de 1200 USD a cada adulto de ingresos bajos y medios más $ 500 USD por cada niño, unido a que el subsidio de desempleo se incrementa en 600 USD por semana y se extiende a cuatro
Así pues, parece que Gobiernos y autoridades monetarias están centrando sus esfuerzos en paliar los efectos de esta crisis y evitar daños estructurales de largo plazo en las economías. En principio, esta pandemia supone un golpe para los ingresos pero no una destrucción de la riqueza, en la medida que los gobiernos sepan proteger los núcleos estructurales de sus economías domésticas.
También conviene destacar que todas estas actuaciones crearan inflación y producirá un aumento de déficits y emisión de deuda, y ya estamos viendo el comienzo de las rebajas rating, lo hemos visto en UK, México y Sudáfrica. El elevado endeudamiento va a ser la lectura negativa.
En este contexto, trataríamos de evitar activos de emisores o compañías con mucho endeudamiento. Probablemente estamos en el peor momento de esta crisis, pero aun no hay visibilidad en lo que respecta a su duración. Conviene no precipitarse en uno u otro sentido y evitar tomar decisiones rápidas fruto del nerviosismo o la impaciencia.
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