La política arancelaria de la Administración Trump continúa mostrando una notable volatilidad, lo que ha llevado al Financial Times a calificarla con el acrónimo “T.A.C.O.” (“Trump always chicken out” o “Trump siempre se echa para atrás”). A pesar de esta aparente inconsistencia, se mantiene la expectativa de que EE.UU. alcance acuerdos con sus socios comerciales, aunque no sin tensiones previas. Se han vivido treguas con China y la UE tras la imposición de aranceles agresivos, que han dado paso a negociaciones. Sin embargo, es un hecho que EE.UU. incrementará sus aranceles a terceros países, lo cual tendrá efectos sobre el crecimiento global y los ingresos fiscales estadounidenses.
En el ámbito monetario, el mercado espera una nueva bajada de tipos por parte del BCE en junio, favorecida por la continua reducción de la inflación en la eurozona. En cambio, la Reserva Federal probablemente mantendrá los tipos sin cambios, mostrando resistencia ante las presiones de Trump debido a su preocupación por el posible carácter inflacionista de la política fiscal estadounidense. Paralelamente, la Administración Trump no ha logrado avances significativos en la resolución de los conflictos en Ucrania y Oriente Medio, que siguen teniendo un gran peso en la escena internacional.
En política fiscal, Trump ha conseguido que el Congreso apruebe su prometida reforma tributaria, que ahora debe ser refrendada por el Senado. Esta medida ha sido cuestionada, especialmente por su posible impacto negativo en el ya abultado déficit público y en la balanza por cuenta corriente, conocidos como los “déficits gemelos” de EE.UU. La creciente dependencia de financiación externa refleja una posición neta de inversión internacional muy deficitaria. A pesar de ello, los mercados no han penalizado a los activos en dólares ni a la deuda estadounidense, aunque el desequilibrio actual aumenta la vulnerabilidad económica del país.
En términos macroeconómicos, las previsiones para la eurozona muestran una clara desaceleración del crecimiento tras la fuerte recuperación post-pandemia, con un PIB que apenas avanzará en 2024 y 2025. La inflación, tras picos elevados, tiende a moderarse, y el desempleo se mantiene relativamente estable. En EE.UU., el crecimiento ha sido más sostenido, aunque con tensiones inflacionarias persistentes, lo que mantiene a la FED en alerta. El desequilibrio fiscal y de cuenta corriente sigue siendo un punto débil de la economía estadounidense.
Finalmente, en los mercados de renta fija, se observa una compresión de diferenciales tanto en EE.UU. como en Europa, impulsada por la confianza en posibles acuerdos comerciales. La volatilidad ha sido significativa, especialmente ante amenazas arancelarias de gran calado, aunque la renta fija sigue ofreciendo rentabilidades reales positivas frente a la inflación proyectada. Se mantiene una sobreponderación en renta fija con una duración ligeramente superior al benchmark, mientras que en el segmento high yield se adopta un enfoque más cauto por los bajos diferenciales histórico.
