El mes de agosto está marcado por relevantes avances en el ámbito comercial y por la estabilidad de las políticas monetarias de los principales bancos centrales. Tras prolongadas negociaciones, Estados Unidos y la Unión Europea alcanzaron un acuerdo arancelario: Washington aplicará un 15% de arancel a la mayoría de productos europeos, mientras que la UE mantendrá sus tasas actuales —más bajas— y se compromete a compras energéticas por 750.000 millones de dólares en tres años. La noticia fue bien recibida por los mercados al reducirse el riesgo de guerra comercial, aunque los efectos económicos se evaluarán a medio plazo. En paralelo, EE. UU. selló un pacto similar con Japón y mantiene conversaciones con China.
En el plano geopolítico, el conflicto Rusia-Ucrania sigue siendo un riesgo para la estabilidad global, y las expectativas de una resolución rápida han disminuido. En Oriente Medio, la ofensiva israelí, aunque grave en términos humanitarios, ha tenido un impacto financiero limitado. El FMI elevó ligeramente sus previsiones de crecimiento global, y tanto el BCE como la FED mantuvieron sus tipos de interés a la espera de nuevos datos de inflación y actividad.
En la Eurozona, el PIB muestra una leve aceleración, apoyado por programas fiscales, mientras que en EE. UU. se observa cierta desaceleración no recesiva, con tensiones inflacionarias subyacentes que complican recortes de tipos por parte de la FED. Persisten desequilibrios fiscales y en la balanza por cuenta corriente en ambas regiones.
En renta fija, el mercado de crédito europeo mostró fortaleza gracias al optimismo sobre los acuerdos comerciales y a buenos resultados empresariales. Los diferenciales de crédito cayeron en Europa y EE. UU., aunque las expectativas de menores recortes de tipos provocaron ventas en deuda pública, especialmente en EE. UU. La estrategia de inversión sigue sobreponderando deuda de alta calidad europea y soberana periférica, con cautela en duraciones largas y neutralidad en “high yield”.
En renta variable, julio mantuvo el buen tono del primer semestre. El Ibex 35 destacó con una subida cercana al 3% en el mes y 24% en el año, mientras el S&P 500 y el Nasdaq marcaron máximos históricos. A nivel sectorial, los bancos europeos brillaron con un alza mensual del 9% y acumulado anual del 50%, apoyados en sólidos resultados. El sector tecnológico europeo sufrió por la caída de ASML, aunque globalmente la tecnología mantiene impulso.
Las valoraciones bursátiles se sitúan en niveles “exigentes”, especialmente en EE. UU., donde el PER del S&P 500 supera claramente su media histórica, impulsado por las expectativas en inteligencia artificial. En Europa, aunque las cifras también están por encima de la media, resultan menos elevadas.
El posicionamiento global se mantiene sin cambios: sobreponderación en renta fija de alta calidad, neutralidad en renta variable (con ligera infraponderación en Japón) y preferencia por el euro frente al dólar, cuyo potencial de caída se percibe limitado. Pese a las tensiones geopolíticas y a la incertidumbre sobre aranceles, el informe mantiene un sesgo optimista moderado apoyado en estímulos fiscales, avances tecnológicos y la posibilidad de respuesta monetaria si el crecimiento se debilita.