Con la colaboración de la Fundación Caja Rural del Sur, tras cuatro días de celebración, la XXXIX edición de la Cata del Vino de Montilla-Moriles ha cerrado sus puertas con un éxito rotundo de público y organización. Un lugar de encuentro donde todos nos hemos reunido en presencia del vino. Y es que, cordobeses y foráneos, nos convertimos en sus mejores embajadores y prescriptores. En definitiva, todo un éxito, fruto del esfuerzo de bodegas, cooperativas, personal del Consejo Regulador, empresas y miembros de los Cuerpos de Seguridad, en total, cerca de 400 personas.
Por parte de las bodegas, cooperativas participantes que integran el Consejo Regulador, así como de los restaurantes, nuestro agradecimiento al Ayuntamiento de Córdoba, Diputación Provincial, Junta de Andalucía, Gobierno Central y Fundación Caja Rural del Sur, por su apoyo. Creyeron en un proyecto nuevo que, como hemos indicado, ha sido un éxito.
Sin duda, la nueva ubicación ha servido de puente entre nuestros vinos y nuestro patrimonio histórico artístico, permitiendo que los turistas inunden la Cata, sobre todo en las primeras horas de apertura. El horario continuado de 12 a 20 horas ha eliminado cualquier atisbo de botellón y permitido el “tardeo”, tan del gusto español.
La Cata se ha rendido este año a la enogastronomía, como conjunto de conocimientos que pone en contacto, de manera práctica, el mundo del vino y la gastronomía. Bodegas, cooperativas y restaurantes han sabido conseguir una armonía perfecta entre el vino y la comida, logrando que los sabores y aromas de ambos se complementen y realcen mutuamente, siempre para el disfrute de los visitantes. El personal de los establecimientos ha tenido que contestar a cientos de preguntas sobre los tipos de vinos, hasta el punto de buscar a personas con conocimientos del idioma inglés.
El evento ha acogido un número muy relevante de asistentes que han disfrutado de una variada oferta vinícola, desde los vinos generosos más tradicionales a innovadoras propuestas llegadas de la mano de 14 bodegas y cooperativas. Junto a ellas, 5 restaurantes. Todos ha dado lo mejor de sí, para que la Cata fuera un éxito.
El evento ha contado con diferentes actos paralelos en el Centro de Recepción de Visitantes y en la Torre de la Calahorra. Hay que destacar las catas dirigidas ofrecidas por una amplia representación de bodegas y cooperativas, que compartieron la esencia de sus productos ante un auditorio completo, entre los que se encontraban amantes del vino generoso, enólogos profesionales, prensa especializada y cadenas de distribución.
La XXXIX edición de la Cata del Vino Montilla-Moriles ha contado, un año más, con el apoyo de las instituciones, ya mencionadas, a las que se sumaron empresas como Milar Chinales.
La Cata ha cumplido con el objetivo fijado por su Comisión y ratificado por el Pleno del Consejo Regulador: incentivar el evento como un acto de promoción, una auténtica feria de los vinos de Montilla-Moriles, que permite visualizarlos, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Como dato provisional, respecto de la edición anterior se ha conseguido un 20% más de facturación. Próximamente, el Consejo presentará un informe definitivo, cuantitativo y cualitativo, de lo que ha supuesto esta nueva edición.
Para finalizar, el ruego de siempre: el cierre de puertas no debe acabar el interés por los vinos de Montilla-Moriles. La mejor ocasión para recordar los buenos momentos vividos en la misma es siempre con una buena copa en la mano. Es el mejor homenaje a esas 7.000 familias que viven y trabajan porque este producto excepcional nos acompañe y siempre nos haga disfrutar de un algo especial.