Si a lo anterior le añadimos que la mujer vive más que el hombre y que actualmente en España su esperanza de vida es de 85 años -una de las más altas del mundo, con previsión de alcanzar los 88 en 2029, frente a los 83 del hombre2-, la cosa se pone peor. Si a este guiso también le sumamos la baja tasa de natalidad que ostentamos, no podemos más que concluir que la población española está envejeciendo y feminizándose.

Ante la conclusión expuesta adquieren carta de naturaleza esos cinco años más de vida esperada de nuestras mayores, que requieren una mayor cantidad de ahorro para financiar su jubilación.

Así las cosas, y teniendo en cuenta los 88 años de vida que le asignan las estadísticas anteriormente citadas, una mujer que aspire a una renta de 1.000 euros a partir de los 67 años (sin contar con la pensión de la Seguridad Social) debería ahorrar como mínimo una cantidad cercana a los 205.000 euros mientras se encuentre en activo. Esta cantidad es un 35% superior a la que un hombre necesitaría, dada su inferior esperanza de vida (esa diferencia de cinco años pronosticada).

Por otra parte, este mayor esfuerzo de ahorro de la mujer se acentúa considerablemente ante otra evidencia empírica: las pensiones de las mujeres son, de media, inferiores a las de los hombres. La diferencia media en Europa entre pensiones masculinas y femeninas es del 30% inferior, aunque la brecha salarial entre hombres y mujeres sea del 16% (en España las pensiones femeninas son casi un 34% inferiores a las masculinas). Esta circunstancia se explica en gran medida porque, durante su carrera laboral, la tasa de empleo a tiempo parcial de la mujer es superior a la del hombre3. A nadie se le escapa que, a día de hoy, en la sociedad española la conciliación familiar la soporta una espalda femenina y que, culturalmente, estamos todavía lejos de asimilar con naturalidad la simetría de género en el reparto de la carga. En la mayoría de los casos, hoy como ayer, es la mujer quien cuida de los hijos y es ella también quien afronta el cuidado de los mayores dependientes.

Decía el Decano del IESE Business School, Juan Antonio Pérez López (1995) que “si el siglo XXI funciona será porque la mujer tendrá una participación creciente en la organización de la sociedad que está mal calibrada y presenta un estado manifiestamente mejorable cargando con las consecuencias de un racionalismo decadente y absurdo. Pero esta misión solo podrá ser aceptada por las mujeres si no lleva a su deshumanización, si no pierden su feminidad. Porque la mujer es el núcleo de la familia, y esta es la base de la sociedad”4.

Con estas reseñas quiero resaltar lo tremendamente trascendente e importante que resulta favorecer la consecución de un nivel digno y suficiente para las pensiones femeninas. Como el profesor Pérez López, creo que ese es el camino adecuado para alcanzar una sociedad más humana y más justa (“do ut des”).

Los cambios en el estado conyugal tienen impacto en muchos órdenes de la vida de los mayores. Así entre las mujeres mayores de 65 años solo el 48,70% están casadas (con el paso de los años los hombres nos quedamos en el camino y la viudez femenina aumenta).

Llegados a este punto, parece oportuno refrescar que en el caso de las personas que no “trabajan” o que desarrollan una actividad por la que perciban menos de 8.000 euros anuales, el cónyuge puede realizar aportaciones al plan de pensiones de las primeras. Así se puede ir generando una bolsa de ahorro para la jubilación y, además, el cónyuge que aporte se deducirá esa cantidad en su declaración de la renta, aunque con un límite de 2.500 euros anuales.

Esta es una herramienta que podemos utilizar antes de acabar el presente año, corrigiendo así un despropósito palmario en nuestra sociedad.

 

José Carlos Lagares Medina
Director de Negocio Especializado
Caja Rural del Sur


1 Diario El País 29 de Noviembre de 2015

2 Encuesta de Población Activa. Instituto Nacional de Estadística

3 Abante Asesores Noviembre, 2015.

4 Impacto de las pensiones en la mujer. Jubilación y calidad de vida en España. IESE/Vida Caixa, 2014.